domingo, 8 de enero de 2006

Dominando el Enojo, una clave para el logro de sus metas


Cómo hacer que el enojo no nos domine


Es una mezcla confusa e incontrolable de sensaciones...

La temperatura del cuerpo sube, los músculos de la cara se tensan y la adrenalina dispara en segundos un cóctel de disgusto, hostilidad, indignación y exasperación, que puede resultar explosivo.

Sin embargo, a diferencia de lo que se cree, el enojo es una sobrecarga de energía que se puede controlar. El secreto está, según coinciden los especialistas, en saber reconocer los síntomas físicos y emocionales que nos provoca y la magnitud de la reacción con que respondemos frente a esa energía. “Nos enojamos cuando algo nos frustra, como un atascamiento de tránsito, una mala respuesta o una amenaza a la integridad física o al honor. Los motivos y los grados de intensidad son variadísimos, pero todos tienen un elemento común: debajo de cada enojo hay una frustración. Y la función esencial del enojo es darme más energía para enfrentar el obstáculo que me produce esa frustración", explicó a LA NACION el médico psicoterapeuta Norberto Levy, reconocido por el desarrollo del método de autoasistencia psicológica y por su estudio de las emociones. En general, y basta con recordar cualquier experiencia vivida, enojarnos no suele solucionar los problemas que disparan su existencia. Muy por el contrario, los agravan porque culturalmente se considera que el enojo es una forma de defensa contra una agresión, aunque no sea así.

El enojo es una emoción completamente natural e incluso sana, porque es el mecanismo que dispara una carga mayor de energía por todo el cuerpo para alertarnos sobre la presencia de un obstáculo que nos impide alcanzar un objetivo deseado. La finalidad de la sobrecarga energética, cuyo mejor indicador es una fuerza física mayor que la habitual, es justamente permitirnos pasar ese obstáculo. En definitiva, el enojo es un estado emocional normal que varía en intensidad. Puede presentarse sólo como una molestia pasajera, una irritación moderada, furia o ira. Al igual que el resto de las emociones, el enojo no llega solo. También produce cambios fisiológicos: aumenta el ritmo cardíaco, la presión arterial y las hormonas de la energía, la adrenalina y la noradrenalina. "El enojo es un sentimiento displacentero, que provoca signos físicos internos y externos, como la taquicardia, la sudoración y la ruborización, que pueden llegar hasta picos de hipertensión, gritos y agresiones físicas", puntualizó la psicoanalista Marcela Barilari, coordinadora docente y supervisora del Centro Dos. Para la especialista, al sentir ese malestar difuso habría que detener de inmediato la acción y abstraerse de la escena para preguntarse cuál es el reclamo que está en juego. "El enojo es como la fiebre, se la atribuye a múltiples causas", señaló con humor. Contar hasta 10 Como se puede ver, sea cual fuere la estrategia recomendada para manejar el enojo (ver "Receta contra el enojo"), la lista de consejos nunca excluye uno ya tradicional: contar hasta diez antes de reaccionar. Esto permitirá identificar qué es lo que realmente nos molesta y no dirigir el reproche hacia una persona, cuando es una situación la que provoca el malestar. Según un trabajo de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), manifestamos el enojo de tres maneras: lo expresamos, lo suprimimos o lo calmamos.

Expresarlo sin agresión es la forma más saludable de hacerlo, según la APA, y puede ayudar decir claramente qué habría que hacer para resolver el problema. Suprimir el enojo, en cambio, incluye saber redirigirlo para evitar internalizarlo y correr el riesgo de "descargarlo" a través de enfermedades como la hipertensión arterial o la depresión. En cambio, logrará deshacerse del enojo si lo "retiene" apenas detecta sus síntomas, deja de pensar en aquello que lo provocó y se concentra en alguna tarea que disfrute hacer. Pero para calmarlo deberá no sólo controlar su comportamiento, sino también sus respuestas internas: bajar el ritmo cardíaco, tranquilizarse y dejar que el disgusto ceda. "Lo mejor es tomar distancia de la acción y advertirle al otro que estoy en una situación emocional que impide continuar una conversación -sugirió la licenciada Barilari-. Y cuando es el otro el que se enoja, deberíamos tratar de poner paños fríos a la situación y no engancharse con el problema ni responder a la agresión. No es ése el mejor momento para que el otro entre en razones."
Por Fabiola Czubaj De la Redacción de LA NACION

Receta contra el enojo
1.- Respire lento, profundo y de manera constante.
2.- Relaje los músculos de la cara, en especial el mentón, la frente y la boca.
3.- Aléjese del lugar para poder pensar u olvidar la situación.
4.- Repase por qué lo afecta el problema.
5.- Intente ver la situación desde otro punto de vista.
6.-Planifique posibles soluciones con actitud positiva.
7.- Haga ejercicio para aliviar las tensiones y el enojo.
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/770541