domingo, 7 de mayo de 2006

¿Que nos hace ver la vida color de Rosas?

Activa una zona del cerebro

Nueva mirada de la ciencia sobre la felicidad

Debaten si es bueno que se la estimule en personas sanas

Para Juan Pablo Piñeiro (27 años), ser feliz es compartir los buenos momentos: “Me siento muy bien cuando los vivo con gente que quiero”, afirma. Analía Pazos (30) asegura: “La felicidad es la conjunción de muchas cosas. Es lo que siempre pido en un brindis: salud, dinero y amor”. Iñaki Erreguerena (30) opina que “es la suma de pequeños momentos de grandes alegrías” y ver felices a los que quiere. Diego Marcos Ithurburu Isola (32) estima que “la felicidad es poder pasar más tiempo con la familia, gozar de buena salud y aprender a disfrutar de las pequeñas y cotidianas cosas de la vida, como la conversación, el descanso, la amistad, el trabajo”. Delia Oneto (68) llegó a la conclusión de que “es un estado de la mente que va más allá de tener dinero, hijos, casa o marido”. Por su parte, Ricardo Ponce (55) contesta sin vueltas: “Lo que me hace feliz es el dinero y comprar cosas”.

Todos ellos ofrecen una respuesta sugestiva –aunque incompleta– a una pregunta que en los últimos tiempos desvela a psicólogos, psiquiatras y neurocientíficos: ¿qué es lo que nos hace ver la vida color de rosa? Y, en el caso de que lo descubramos, ¿es posible estimularlo a voluntad?

Para hallar las raíces de ese estado de ánimo que nos hace cantar, tratan de encontrar patrones en las respuestas de las personas comunes y corrientes, comparan a pares de mellizos, analizan registros de imágenes mentales, estudian a monjes budistas, y no desdeñan ningún indicio que pueda iluminar los mecanismos mentales que hacen brillar nuestra existencia.

Las conclusiones comienzan a redondear un cuerpo de conocimiento en cierto modo sorprendente. Por ejemplo, hoy se sabe por imágenes de resonancia magnética que el ánimo positivo y entusiasta se asocia con una mayor actividad de la corteza prefrontal izquierda. También se postula que venimos "programados" para ser felices; es decir, que tendríamos un nivel emocional predeterminado para nuestro humor diario, más allá de las circunstancias de la vida.

Según algunos autores, las cuatro condiciones determinantes para ser feliz son la autonomía, la competencia (sentir que se es efectivo en las actividades que se emprenden), los vínculos con otras personas y la autoestima. Luego vienen la determinación (tener metas propias) y ser físicamente atractivo, y sólo en último lugar aparece la popularidad y el dinero.

Sin embargo, otros disienten: diversos estudios muestran que quienes tienen discapacidades severas son menos felices que los que no las padecen, que los casados son -en general- más felices que los solteros, que ese aumento de felicidad se prolonga a lo largo de décadas, y que quienes se separan o enviudan experimentan un descenso de su bienestar. Por otro lado, lo que explicaría que a medida que los ingresos aumentan los niveles de felicidad se mantienen inalterables es que al mismo tiempo que se elevan nuestras posesiones también se multiplican nuestras aspiraciones materiales.

"En un individuo típico -escribe el investigador norteamericano Richard Easterlin- la función felicidad depende de la razón entre las aspiraciones y los logros en cada dominio de la vida.

" Pero además, poco a poco, los neurocientíficos están empezando a atisbar la compleja maquinaria cerebral responsable de lo que podríamos llamar la "alegría".

"Antes se pensaba que había un sistema límbico, un anillo de estructuras que se encargaba de las emociones -explica Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva-. Hoy estamos revisando ese concepto y demostrando algo que postulaba Darwin ya en 1872: que la expresión de las emociones en humanos y en animales es homóloga. Existe un conjunto limitado de emociones básicas que se mantuvo a lo largo de la evolución en las diferentes especies: alegría, tristeza, sorpresa, miedo, asco, ira, disgusto. Y están asociadas con señales faciales que son comunes a diferentes culturas."

Ya en 1983 se postuló que cada emoción debe estar asociada con un circuito cerebral particular. Y así como se descubrió que, por ejemplo, la amígdala está relacionada con el miedo, la ínsula con el disgusto y el estriado ventral interviene en la agresión, se sabe que la corteza prefrontal está involucrada en la regulación de la emoción y la toma de decisiones guiadas emocionalmente.

El mapa de las emociones
"Entre otras cosas, sabemos que la corteza orbitofrontal, una región «nueva» del cerebro desde un punto de vista evolutivo, se encarga de la recompensa y el placer -afirma Manes-. También se demostró que la emoción está «lateralizada»: cuando hay una lesión en el área derecha, los pacientes tienen risa patológica o se muestran patológicamente desinhibidos; cuando la lesión es en la izquierda, hay más depresión o angustia. Eso indicaría que el lado izquierdo procesa más la alegría y el derecho la tristeza. Lo interesante es que en individuos normales, estudios realizados en resonadores magnéticos funcionales mostraron que las mujeres y los varones procesamos las emociones de forma diferente. Las mujeres muestran mayor representación cerebral cuando evocan pensamientos tristes que los varones, y esto explicaría el riesgo casi duplicado de depresión que padecen con respecto a los hombres."

Sin embargo, si bien se puede decir que esta área es "necesaria" para la alegría, no es la única. "El cerebro trabaja en red y como si fuera un piano -apunta Manes-; algunas notas son más fuertes que otras. Quiere decir que se activa todo el cerebro, pero hay un área predominante."

"Podríamos distinguir la percepción de objetos hermosos, la experiencia de la felicidad y la expresión de la felicidad -dice durante un diálogo telefónico con LA NACION el doctor Sergio Paradiso, de la Universidad de Iowa, en los Estados Unidos-. Y aunque estos tres aspectos se han conectado muy fuertemente entre sí seguramente se relacionan con distintos mecanismos que pueden ser disociados en el cerebro." Por ejemplo, la percepción de caras hermosas, una función muy importante en la vida social, está conectada con la parte inferior y medial del lóbulo temporal. Con esa parte del cerebro distinguimos si una cara es familiar o no, si es fea o hermosa, y eso abre las puertas a un sentimiento de felicidad o no. Los estímulos de recompensa muchas veces activan un área cerebral en la parte más baja de los ganglios basales, llamada estriado ventral.

"Son zonas que se activan cuando se toman drogas como la cocaína -detalla Paradiso-, y seguramente los adictos están buscando un rápido sentimiento de felicidad, de recompensa. También se piensa que situaciones de la vida normal en que uno se siente bien están conectadas con la actividad de esta área del cerebro, como el orgasmo."
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION Link corto: http://www.lanacion.com.ar/804049

Notas relacionadas
07.05.2006 Las claves son cultivar los afectos y evitar problemas

El Miedo genera más Miedo, La formula Distraerse Anticipadamente


Sábado 6 de mayo de 2006
Para quienes sufren por adelantado

Distraerse, un alivio efectivo para temerosos
Por Sandra Blakeslee De The New York Times

NUEVA YORK.– Para aquellos que tanto temen una inyección o una colonoscopía, así como un tratamiento de conducto, que procuran evitarlos sistemáticamente, los científicos tienen buenas noticias.

El primer estudio centrado en esas sensaciones de temor que surgen en el cerebro descubrió que, contra la opinión generalizada, ese sufrimiento no nace del miedo ni de la ansiedad por el evento desagradable, sino por la atención que las personas prestan de antemano a lo que piensan que será extremadamente desagradable. Así, la solución para los temerosos es, según afirman los investigadores, la distracción. “Habíamos observado que cosas como la autohipnosis ayudaban a aliviar el temor, pero no sabíamos por qué”, dijo el doctor Gregory S. Berns, profesor de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Emory, Estados Unidos, que lideró el estudio.

La investigación, publicada en la última edición de la revista Science, es “fascinante”, según dijo un experto en neuroimágenes, el doctor Read Montague, profesor en neurociencias de la Facultad de Medicina Baylor, que no participó del estudio. Demuestra que el cerebro asigna un costo a la espera de algo malo, de modo tal que esa cosa mala se vuelve peor si se demora, según dijo el doctor Montague. "De ahí que muchas personas prefieran no perder tiempo cuando están en el consultorio del médico esperando una inyección."

Modelos de comportamiento
La investigación también aporta algo de luz sobre el comportamiento económico, dijo George Loewenstein, un economista del comportamiento de la Universidad Carnegie Mellon, que agregó que, de acuerdo con los modelos económicos aceptados de comportamiento humano, preferir sentir más dolor, pero cuanto antes, es irracional: si uno sabe que algo malo sucederá, uno debería posponerlo cuanto le sea posible, y si algo bueno va a pasar, uno quiere que suceda lo más pronto posible.

"En la vida real, las personas suelen preferir lo contrario", dijo Loewenstein. Se demora la gratificación para poder saborear el dulce sabor de la anticipación, y se acelera la llegada del castigo simplemente para superarlo. El nuevo estudio ayuda a comprender cómo el esperar puede ser usado para describir comportamientos económicos con más precisión.

Para el estudio, el doctor Berns evaluó a 32 personas con métodos de imágenes cerebrales y les aplicó corriente eléctrica en los pies. Después de que su umbral máximo de dolor fue determinado -esto es la mayor intensidad de dolor que podrían soportar-, se les dieron 96 indicaciones. Cada una enunciaba cuánto voltaje estaban por experimentar y cuánto tendrían que esperar para recibirlo. Por ejemplo, una indicación decía que recibirían el 60% del máximo de dolor después de 27 segundos. Otra advertía que recibirían una descarga eléctrica del 30% en 9 segundos.

Pero los sujetos podían optar entre diferentes combinaciones de voltaje y de espera. Por ejemplo, podían elegir un 90% del voltaje máximo después de 3 segundos de aceptado o el 60% en 27 segundos. Entonces, recibían la descarga elegida en el tiempo y voltaje acordados.
El escáner cerebral detectó la actividad durante la espera de las descargas, lo que aportó una hoja de ruta para la comprensión de la respuesta al sufrimiento.
Veintitrés voluntarios, apodados "miedosos medios", eligieron una espera tan corta como fuera posible para cualquier voltaje, pero no aceptaron más dolor para que la espera se acortara. Los otros nueve participantes, llamados "miedosos extremos", siempre prefirieron un voltaje más alto, si con esto lograban acortar la espera.
Una espera activa
Al comparar las imágenes cerebrales de estos dos grupos, el doctor Berns encontró sólo una diferencia. Durante el período de espera, los "miedosos extremos" experimentaban una intensa actividad en una región del cerebro llamada matriz del dolor, que está relacionada con la atención.
La matriz del dolor es un conjunto de regiones cerebrales que se activan cuando la persona experimenta dolor, explicó el doctor Berns. Partes de ella se relacionan con las sensaciones del cuerpo, mientras que otras regiones están involucradas en la intuición, las emociones, el temor o la atención.
Los miedosos extremos, según dijo, desplegaban una atención mayor a los pies, a punto de ser electrocutados, que el grupo mayoritario. Después de todo, su temor implicaba la atención a las cosas desagradables por venir, lo que los diferenciaba de la ansiedad y del miedo propiamente dicho.
"Ya se trate de una colonoscopia o de un tratamiento de conducto, en realidad no es el procedimiento en sí mismo lo que las personas temen, sino el tiempo de espera", dijo el doctor Berns.
Para los temerosos extremos, hallar una distracción probablemente sea la mejor solución.

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/803720

lunes, 1 de mayo de 2006

¿COMO SE ELIGEN LAS PAREJAS??



Domingo 30 de abril de 2006

¿Cómo opera la "química del amor" ?


Los secretos detrás de la elección de pareja,

Los científicos empezaron a develarlos


LONDRES.–
Elegir pareja es la decisión más crucial de nuestras vidas.
Gastamos una cantidad enorme de tiempo y de energía tratando de hallar a ese alguien especial. Nuestro apetito por relacionarnos alimenta una industria billonaria de servicios de búsqueda de parejas, avisos de corazones solitarios o citas online. Aun así, generalmente no resultamos satisfechos.

Una encuesta realizada el año pasado entre más de 900 personas que usaban servicios de citas online mostró que el 75% no encontró lo que estaba buscando.

Pareciera que aún estamos entre tinieblas sobre cómo hallar a nuestra pareja perfecta. Como científico que estudio el comportamiento humano en la Universidad de California, no me sorprende la naturaleza misteriosa que se esconde detrás de cómo elegimos pareja: es un proceso altamente complejo. Sólo somos conscientes de una parte; el resto es inherentemente impredecible u opera fuera de nuestra conciencia, lo que hace que parezca que el amor es una química inefable. Empecemos por la parte consciente.

Existen algunas cosas que encontramos atractivas. Los hombres tienden a desear a aquellas mujeres con características que sugieran juventud y fertilidad, lo que incluye una ajustada relación cintura-cadera, labios carnosos y rasgos faciales suaves. Estudios recientes confirman que las mujeres tienen gran preferencia por la belleza masculina viril, de cuerpos firmes, amplios hombros, buena piel y rasgos faciales masculinos, todo lo cual puede indicar potencia sexual y buenos genes. También sabemos que las mujeres se ven atraídas por los hombres con apariencia de ser ricos o que tengan la habilidad de adquirir riqueza, y que tanto hombres como mujeres valoran mucho la inteligencia de la pareja. Las preferencias por estas cualidades -belleza, cerebro y recursos- son universales.

Los George Clooney y las Angelina Jolie del mundo son símbolos sexuales por predecibles razones biológicas. La evolución del amor Por supuesto: no todos nos enamoramos de superparejas como éstas. Una persona promedio que lo hiciera no iría a ninguna parte porque las superparejas son inaccesibles para todos excepto unos pocos. Esta posiblemente sea, en parte, la razón por la cual el amor evolucionó: para unirnos para tener niños, pero también para ayudarnos a elegir de manera que no perdamos tiempo y energía enamorándonos de alguien inalcanzable. La gente, en cambio, tiende a enamorarse de alguien que, en atracción, inteligencia y status, es similar a ella. Eso, en cuanto a las apariencias. ¿Qué pasa con los elementos de atracción menos evidentes? Un fascinante trabajo sobre genética y elección de pareja ha demostrado que cada uno de nosotros se ve atraído por personas que poseen un particular conjunto de genes, conocido como principal complejo de histocompatibilidad, que tiene un papel crucial en nuestra capacidad para combatir las enfermedades. Las parejas que tienen diferentes complejos de histocompatibilidad producen retoños más sanos y con mejores sistemas inmunológicos. Y la evidencia muestra que estamos inclinados a elegir personas que se nos acomoden en este aspecto: las parejas tienden a tener complejos de histocompatibilidad mucho más diferentes que si se hubieran unido por casualidad. ¿Cómo se encuentra la gente que es diferente en su complejo de histocompatibilidad? Esto no se comprende totalmente, pero sabemos que el olor es un factor importante. La gente parece literalmente elegir a su pareja por el olor. En algunos estudios, las personas tendieron a elegir como más atractivas las remeras usadas por otros que tienen un complejo genético diferente. De esto sólo se trata la "química" sexual. El mensaje aquí es éste: "Confíe en sus instintos", pero hay una excepción alarmante. Es el caso de las mujeres que toman anticonceptivos. Con ellas sucede lo contrario. Prefieren hombres que tienen genes similares a los propios. Así, las mujeres que las toman tienen el riesgo de elegir a un compañero que no sea genéticamente adecuado (mejor, primero sentirle el olor y luego tomar la pastilla). Este es un buen ejemplo de cómo la atracción química puede depender de las circunstancias. Otro ejemplo: la atracción puede fluctuar a lo largo del ciclo menstrual. Los hombres evalúan los aromas de las mujeres como más atractivos cuando éstas están cerca de la ovulación y en nuestros estudios de la Universidad de California en Los Angeles, hemos visto que los hombres están más afectivos con sus compañeras a medida que la ovulación se acerca. Las preferencias de las mujeres por ciertos aromas masculinos y otras características de los hombres cambian a lo largo del ciclo. Cerca de la ovulación, prefieren los rasgos masculinos; en otras fases de su ciclo, prefieren menos sexualidad y más estabilidad. Todo esto sugiere que el camino hacia el amor es algo casual, particularmente en las mujeres. El tener sexo puede también complicar el camino hacia un posible compañero. Luego de tener sexo, el cerebro libera oxitocina, lo que brinda un sentimiento sociable de amor y la creación de lazos sociales que facilitan la búsqueda de un hijo.

Cuidado: el sexo por capricho puede llevar a sentimientos de amor por una persona que es completamente errada para uno. Un enigma Por supuesto que el sexo no es amor. Para los científicos, el amor es un enigma: si estrictamente hablando el deseo sexual tiene en cuenta la reproducción, ¿entonces cuál podría ser el propósito del amor, especialmente cuando nos hace creer que hemos encontrado a nuestra verdadera "alma gemela" en un mundo lleno de miles de millones de alternativas? ¿Cómo les hubiera servido a nuestros ancestros semejante conducta? Una posibilidad es que los sentimientos de amor actúen como un "freno" que termina con nuestra búsqueda de otro compañero, aunque sea temporalmente, de manera que nos limitamos a una persona y nos ocupamos de la tarea de estar en pareja.

Pero esto también nos propone otra pregunta: si los caminos del amor son tan variados y causales, ¿por qué nos decidimos por una persona en particular? Resulta ahora que el problema de la elección con incertidumbre puede ser descripta matemáticamente. Los psicólogos evolutivos Peter Todd de la Universidad de Indiana, en Bloomington y Geoffrey Miller de la Universidad de Nuevo México utilizaron una estimulación computarizada para determinar cómo una persona podía elegir mejor, dado un número de potenciales parejas. La organizaron de manera que la persona primero calculara un número de opciones antes de decidir qué era lo mejor a lo que podía aspirar en términos de atracción y luego fuera a la siguiente persona que encontrara y que se ajustara a sus aspiraciones. Los investigadores descubrieron que la proporción óptima de posibles parejas para examinar antes de establecer sus aspiraciones y realizar su elección es sólo del 9%.

Entonces, de un grupo de 100 parejas posibles es mejor estudiar sólo las primeras nueve que se encuentren al azar antes de elegir. Si se examinan menos, no se tiene información suficiente para realizar una buena elección, y al hacerlo por demás se puede dejar pasar la mejor posibilidad. Sin duda, los modelos presentados subestiman la complejidad real de la elección de pareja, pero la visión fundamental está clara: no busque indefinidamente antes de hacer su elección, por no perderse todas las posibilidades o para no quedarse, a la vez, sin tiempo.

De quién nos enamoramos está determinado por una mezcla de factores, de algunos de los cuales somos conscientes; otros los experimentamos indirectamente. La casualidad puede desempeñar un papel decisivo, especialmente si encontramos a alguien luego de haber establecido nuestras aspiraciones o en algún momento particular de nuestro ciclo hormonal. Puede existir ese ser especial allá afuera, pero no necesariamente tiene que ser el único. Por Martie G. Haselton De New Scientist Traducción: María Elena Rey George clooney,

El hombre ideal Virilidad Las mujeres prefieren a los hombres viriles: musculosos, de espaldas anchas y rasgos masculinos bien definidos. Estas características son interpretadas como indicadores de potencia sexual y buenos genes. Riqueza Otros estudios han sugerido que las preferencias también se inclinan por los que aparentan poseer riquezas o demuestran la habilidad de obtenerla. Inteligencia Las mujeres valoran la inteligencia de la pareja.

Angelina jolie, La mujer ideal Fertilidad Los varones consideran atractivas a las mujeres con rasgos que sugieren juventud y fertilidad, como, por ejemplo, una ajustada relación cadera-cintura, labios carnosos y rasgos faciales delicados. Inteligencia Al igual que las mujeres, los varones también valoran la inteligencia de su compañera. Ovulación La atracción por la mujer fluctúa con el ciclo menstrual: los varones se ven atraídos cuando la mujer ovula.
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/801838

Noticias Ciencia/Salud Nota